PERU: Abimael Guzmán: “Las ideas no se matan…” y otras frases e imágenes para la historia

Abimael Guzmán: “Las ideas no se matan…” y otras frases e imágenes para la historia

Escribe: Marcial Huamán

MAESTRO UNIVERSITARIO Y JAFATURA REVOLUCIONARIA
Las primeras imágenes conocidas del Dr. Abimael Guzmán Reinoso, provienen de su labor de catedrático en la Universidad San Cristobal de Huamanga; y, luego, de su corta prisión debido a los sucesos de Huanta. En aquellas primeras imágenes de los años previos al inicio de la lucha armada, se evidencia a un intelectual sobrio, casi siempre de terno como eran los usos de la época; y, en las imágenes sobre su detención con el consabido fichaje policial, a un hombre de mirada intensa y desafiante, algo ya indiferente a los kilogramos demás que suelen preocupar a las etapas juveniles.
Las imágenes de la guerra, provienen de los afiches, que año a año aparecían, en cada aniversario del inicio de la guerra popular. Muestran a un joven maestro que con un libro en la mano y una bandera roja encabezaba a multitudes de obreros y campesinos armados, que en riadas interminables atravesaban los Andes.
Son estas últimas, una iconografía nueva que parece emerger de las entrañas de la tierra y contener los colores de una cultura, una historia y una revolución inédita.

LA ENTREVISTA Y EL I CONGRESO
En La Entrevista de 1989, cuando su popularidad ya se había disparado, Abimael Guzmán está en plena madurez. Vestía de azul y contestaba las preguntas con un marxismo vivo, argumentativo y didáctico  y provisto de una información privilegiada.  Y del mismo modo, hacía gala de una cortesía y tacto personal, ajenos por completo a la imagen de fanatismo dogmático que la prensa reaccionaria e intelectuales connotados como Vargas Llosa se han encargado de vender.
Las respuestas que dio, leídas con avidez por cientos de miles de peruanos en aquellos días ya lejanos, nadie refutó hasta hoy. Es quizá la primera imagen directa y a nivel personal del aspecto físico y del pensamiento del jefe revolucionario.
Hay una frase clave en aquel hombre que hace una distinción de filósofo, ante las insistentes preguntas sobre el plano personal y sobre el optimismo: “creo que tengo optimismo casi orgánico; y, me muevo más en problemas de comprensión y voluntad, que en problemas de sentimientos y depresión”, contestaría. También aquella otra que disipa muchos prejuicios sobre el “endiosamiento”, cuando le preguntan por qué precisamente ahora concede una  entrevista. La respuesta es: “Hemos considerado siempre que era mucho más importante el pronunciamiento del propio Partido para que así quede nítido y claro que es el PCP el que se ha atrevido a iniciar la guerra popular, a dirigirla y a llevarla adelante”.

ZORBA EL GRIEGO
Pero la primera vez que la sociedad peruana supo de manera tan gráfica acerca de los entretelones del Partido Comunista del Perú, fue a raíz de los vídeos donde Abimael Guzmán danza una extraña música de aires griegos con su entorno de colaboradores más cercanos.
Con la prensa en manos del fujimorismo y con esas imágenes audiovisuales de valor histórico en su poder, se pretendió instalar la visión falsificada de una especie de parranda. Pero lo que quedó fue que este puñado de hombres y mujeres celebraban, vestidos de azul, en una extraña combinación de respetuosa solemnidad y de celebración de la vida, el cierre de un evento partidario, el I Congreso.
En un país envuelto en las llamas de la guerra y con los dirigentes revolucionarios buscados para ser aniquilados, se les advertía al mismo tiempo dichosos, partícipes de una extraña hermandad de catacumbas, de radicales socavadores del orden imperante en una época donde los niños de este país comían basura en las calles, las madres compraban nicovita para alimentar a sus niños; y, en el mundo Gorvachov y Teng, en contubernio con Reagan atacaban al marxismo y la revolución y eran Guzmán y el PCP quienes les salían al frente.

ABIMAEL, NORAH Y OTROS HÉROES
En esa vorágine de danza y celebración, donde los pasos y los chasquidos de dedos de Abimael Guzmán seguían los compases enfáticos de aquella música atravesada de sonidos de buzuki, brilló una frase que decía, “Baila con Norita, baila con Norita”.
Augusta La Torre, camarada Norah, esposa de Guzmán en aquel entonces y recordada, según tantísimos testimonios como una gran  mujer perseverante y enérgica y al  mismo tiempo de gran belleza, aquella noche en que el PCP celebraba la finalización de su I Congreso, bailó su última danza.
Por eso, lo que veremos luego adherida a esa sinfonía misteriosa que luego sabríamos de Mikis Theodorakis y de la película “Zorba el griego” -que protagonizara Anthony Quinn -, lo que vemos son los gestos de honda desolación de Guzmán ante muerte de camarada Norah, la heroína más grande que dio la guerra popular.
En la alegría y luego en el dolor, parecían hermanos, pero eran camaradas. Aparte de la inolvidable camarada Norah, no están más Yovanka Pardavé, Hugo Juarez Cruzatt, Tito Valle, César Augusto Paredes, asesinados en el genocidio de Canto Grande por las hordas de Fujimori en 1992.

1992, LA DETENCIÓN. “LAS IDEAS NO SE MATAN…”
Tres años después, un 12 de setiembre de 1992, en el punto más alto de la guerra popular que Abimael Guzmán encabezó, luego de un operativo largamente preparado y ante evidentes problemas de la seguridad –que luego, según documentos del PCP, expresaban la oposición interna a trasladar la dirección central al campo-, cayó el comando mismo de la guerra.  Otra imagen para la historia.
Destacan la serenidad del jefe revolucionario, con barba crecida y ropa sobria y la actitud de Elena Yparraguirre, quien se puso delante diciendo: “A él nadie lo toca”.
Los camarógrafos sabían qué tomaban. Se enfocaron en los rostros y los ojos. Un clásico close up, para indagar en las reacciones más profundas. Sentado en el sillón y con Yparraguirre rondando como una leona para evitar que lo tocaran, Guzmán midió a sus captores y les dejó un mensaje, por si pretendieran asesinarlo.
“Las ideas no se matan, quedan en los demás”, diría. Los agentes no sabían cómo acercarse a ese hombre ya legendario, cuyas manos trazaban con firmeza enérgica lo que las palabras definían en conceptos, como si un león rugiera y la selva callara.

MENSAJE DE SETIEMBRE 92
Buscaron humillarlo filmándole despojado de su ropa, le enfundaron el traje a rayas, para mostrarlo ante la prensa con la imagen de la derrota, pero fracasaron. Y luego,  con una jauría soez y rabiosa que aguardaba el momento que se levantara el telón para insultarle, Guzmán emitió un mensaje político, que con desprecio algunos llamaron de la “jaula”.
Abimael Guzmán agita las manos, desafiante. Los esbirros buscan hacer cortina de ruidos para que sus palabras sean ininteligibles, pero no pudieron. Lo que ahora sabemos es que ese Mensaje cifrado, que a la vez contenía un llamado para levantar la moral de sus fuerzas, tenía entre líneas una reflexión para evaluar el cambio producido. La pretendida humillación del uniforme a rayas, se trastoca en desafío que sacudió conciencias.
Cuando Guzmán fue trasladado en esa misma celda hacia San Lorenzo, le acompañaban efectivos de fuerzas especiales, armados hasta los dientes, cubiertos de capuchas, que haciendo gala de sus estaturas descomunales parecían disfrutar, a la vez, del momento de gloria ante la grandeza de su prisionero. Guzmán volvió a dejar su huella, esta vez rodeado de la inmensidad del mar.

TIEMPOS DE LUCHA POLÍTICA
Vinieron las cartas. Habían adelgazado tanto Guzmán como Yparraguirre. Eran momentos de decisiones difíciles para estos jefes revolucionarios.  Vestidos de verde olivo, dejaron a la opinión pública un mensaje que pocos comprendieron y que algunos con la saña ruin de siempre, atacaron: la propuesta de Acuerdo de Paz. Y una vez más fueron a contra la corriente, con una visión de futuro a cien codos por encima de sus mezquinos contradictores.
La guerra no había sido derrotada, había sido descabezada, el movimiento tenía el cuerpo intacto. Por tanto, plantearon la necesidad de ese acuerdo de paz y la entrada a lucha política sin armas.
La imagen que se pretendió imponer fue que ahí había una rendición y capitulación. La historia ya se pronunció. Fue una sabia salida política que hoy se ha desplegado y queda para la historia mientras que sus feroces contradictores, no saben cómo acomodar sus palabras de cara a la historia.

EL PUÑO EN ALTO DEL “MEGAPROCESO”
Habían pasado ya 16 años de la captura. La vendetta estaba en todo su apogeo tanto de los recalcitrantes reaccionarios como de la izquierda burguesa. Estos últimos tras “lucha contra la impunidad” buscaban el desquite ante quienes les dejaron al descubierto como impostores; y, sobre todo, buscaban mantener vivo el problema que les provee materia prima y que justifica los dólares que reciben del extranjero para sus vidas cómodas.
Implementaron, ambos sectores coaligados, el Megaproceso para hacer escarnio del jefe revolucionario. Se opusieron a que el juicio fuese público para evitar que Guzmán hablara. Monopolizaron los medios, hasta que Abimael Guzmán levantó el puño y agitó. Bastó un gesto para que todo se les viniera abajo.
Con más de setenta años, Abimael Guzmán Reinoso demostró que podía sacudir un país, llenar las carátulas periodísticas del modo en que cada cierto número de años sólo pocos pueden hacerlo. Aún hoy, programas internacionales ponen en sus cuñas televisivas la imagen de ese hombre que ya por encima de los 70, encarna al revolucionario, al marxista-leninista-maoísta que no claudica. Esa misma imagen que dio la vuelta al mundo, serviría a la postre para ilustrar la carátula de un libro que saldría un año después y que ya es un Best Seller popular: “De puño y letra”, que otra vez ningún representante de las clases dominantes, tuvo el nivel para responder.

ABIMAEL Y LA LIBERTAD
En esa trayectoria preñada de sucesos y de imágenes tan potentes y duraderas, que quedan para la historia, falta un gesto y quizá muchos más, pero urge uno. Aquel donde Abimael Guzmán Reinoso abandone la prisión, producto de una amnistía general y en medio de una enorme movilización de masas.
Todo es posible y sobre todo en esta hora en que el movimiento popular peruano superó su repliegue y en el mundo las banderas del marxismo son retomadas.
Entonces esa iconografía, basada en sucesos del momento pero que  devienen imborrables imágenes para la historia, estará en lo fundamental completa, o se habrá cerrado un círculo. Y empezará otra historia.

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