PERU: PROLIFERACION DE CANDIDATOS E INTERESES


La regulación electoral ad hoc

de Silvio Rendon


El Comercio del sábado, 9 de julio de 2010 .

Diversos medios lo han señalado, pero el más claro y preocupado ha sido El Comercio (por ejemplo, aquí, aquío aquí). Harto candidato, harta lista y harta organización política para las venideras elecciones regionales. En otros países algo así no sería noticia, pero en el Perú sí lo es. ¿Cuál es la preocupación? Pues la “calidad” (y la cantidad) de la oferta electoral. Se dice que son movimientos personalistas, demagógicos, sin propuesta, etc. Mala calidad. Se dice también que estamos ante un fenómeno de “fragmentación política”. Mucha cantidad. El ideal tácito es que tendría que haber menos y mejores candidatos, listas y organizaciones políticas.

Así lo manifiesta Hugo Guerra en El regreso del desconcierto:

No sé de qué nos alegramos. Es penoso saber que para las elecciones municipales y regionales se han inscrito alrededor de 100 mil candidatos y unas 635 organizaciones políticas en el ámbito nacional.

Solo los ingenuos podrían considerar que esa avalancha de postulantes refleja un alto espíritu cívico, porque, bien vistas las cosas, no se trata más que de un disparate.

La atomización de candidaturas en gran medida responde al interés subalterno de conseguir vacantes en la administración pública, alcanzar cacicazgos localistas y medrar del poder que incautamente confieren los ciudadanos a sus seudorrepresentantes cada cinco años.

Y así lo manifiesta Martín Tanaka en Fragmentación: ¿deberíamos sorprendernos?:

Según la información preliminar respecto a la inscripción de listas para las elecciones regionales y municipales de octubre, tenemos un notorio aumento en los niveles de fragmentación política en el plano regional: pasamos de 225 listas a 337, un aumento del 50%, con un promedio de 13 listas por región. En el plano provincial y distrital el aumento en el número de listas ha sido de 14 y 3% respectivamente, dejando un promedio de 9.7 listas por provincia y 6.6 por distrito. Además, tenemos evidencia de que la enorme mayoría de listas son altamente personalistas e improvisadas, y que no tienen propuestas ni impulsan proyectos de desarrollo regional o local.

Quiero llamar la atención sobre el hecho de que esta realidad es la consecuencia lógica de los estímulos establecidos por nuestro sistema político, que ha generado la fragmentación tanto vertical como horizontal de nuestro precario sistema de representación: no se articulan los espacios nacionales, regionales y locales, y tampoco los espacios regionales, provinciales y locales entre sí.

En mi opinión estamos en estos dos casos ante una versión más descafeinada y menos explícita de la idea heduardiana-algomariateguiana del “electarado”. El país tiene ciertas leyes que regulan la actividad política y electoral. De repente se presentan “muchas” (sin que quede claro bajo qué métrica se habla de “mucho” o “poco”). Simplemente los ciudadanos toman sus decisiones de política y un subconjunto de ellos se anima a lanzarse a la campaña electoral. Ya es cuestión de la ciudadanía elegir dentro de esta oferta electoral. Por que haya muchas o pocas opciones no hay de por sí fracaso del mercado electoral o “fragmentación”. Esa oferta es la que produce la ciudadanía y será la ciudadanía la que elija dentro de ella. A algunos no les gusta o no ponderan a estas opciones como “buenas”, y acaso tampoco ponderen a la elección de la ciudadanía como “buena”. Y aquí vienen las reacciones diferentes. Hugo Guerra opta por desear que la ciudanía decida con cautela:

Por supuesto, sigo creyendo que el sistema democrático y su herramienta electoral son, a pesar de todo, el mejor modelo de organización política y la mejor forma de selección de autoridades para el Perú. Pero planteadas las alertas sobre la mala calidad de la mayor parte de candidaturases hora de que los ciudadanos cautelen su futuro haciendo una selección rigurosa antes de votar. Caso contrario, y muy penosamente, habrá que reconocer con el viejo Piérola que el Perú es todavía un “país de gentes desconcertadas”.

Por su parte, Martín Tanaka opta por cambiar las leyes electorales, por una reforma electoral:

Frente a este panorama, ¿qué hacer? Hace rato que deberíamos ponernos de acuerdo sobre la urgencia de implementar una reforma que busque combatir consecuentemente la fragmentación política, en sus dos dimensiones. La lógica es que los requisitos para inscribirse y tener derecho a representación sean mucho más exigentes, y mucho más expeditivos los mecanismos para perder el registro cuando no se cuenta con respaldo ciudadano; al mismo tiempo, se debe promover la articulación entre lo nacional, regional y local, no su separación, como sucede en esta elección.

Hoy tenemos 27 partidos inscritos, que abandonan los espacios regionales y locales; claramente deberíamos tener menos, y con raíces en las regiones y localidades. Al mismo tiempo, los movimientos regionales deberían tener asentamiento en más de un departamento, y en todas las provincias de los mismos; del mismo modo, las organizaciones locales provinciales deberían cubrir más de una provincia, y todos los distritos dentro de estas.

Así, el ideal de estos autores parece ser que tengamos un par de opciones que centralicen el voto ciudadano. Tal vez se tenga la creencia de que así ocurre en otros países. Uno ve que el candidato demócrata compite con el candidato republicano, la democristiana contra el socialdemócrata, el “popular” contra el socialista, etc. Lo que uno no siempre ve es que a pesar de haber dos candidatos más fuertes, las listas electorales en los Estados Unidos, Alemania y España incluyen a un montoooooon (sic) de candidatos, que ni siquiera salen en las noticias. Se puede ver algo al respecto aquí para las elecciones americanas de 2000, aquí para las de 2008,aquí para Alemania, aquí para Catalunya 2008, aquí, para España 2010.

Es decir, en otros países las barreras a la entrada al mercado electoral parecen ser precisamente más bajas que en el Perú. La oferta electoral es grande y diversa. Es la ciudadanía la que concentra su voto en un par de opciones, a las que fiscaliza muy detenidamente. En el Perú, hay la política de poner más barreras de entrada al mercado electoral, y menos fiscalización a las opciones disponibles. Es como lo que ocurre con las barreras a la constitución de una empresa, documentadas en “El Otro Sendero” de Hernando de Soto et al. Estas barreras luego se convierten en una “licencia” que generan un “mercado secundario”; quien tiene la licencia puede subastarla al mejor postor o al más afín. Es esta forma de regular el mercado electoral, guiada por la lógica de restringir la entrada al mercado, la que está creando más problemas, como los “partidos vientres de alquiler”, que soluciones. Y tampoco está evitando que surjan opciones calificadas a priori “de baja calidad”, “personalistas”, etc. Bueno fuera que una ley de partidos o electoral fuera el instrumento de mejora de la calidad de las opciones políticas. No parece que haya ocurrido antes, ni que vaya a ocurrir ahora. La calidad de la política peruana depende de lo que decidan los ciudadanos. Las leyes electorales tienen como rol hacer que las opciones electorales compitan limpiamente y en igualdad de condiciones, de manera que la representación política refleje fielmente a los ciudadanos. Es aquí en que quienes hablan del “electarado” son más directos en cuestionar directamente a la ciudadanía por la representación que genera, y con ello cuestionar abiertamente al mecanismo democrático, que quienes proponen una regulación electoral ad hoc con más barreras a la entrada. Posiblemente, lo que algunos autores ven como problema de “baja calidad” de la representación política sea la baja calidad” de la elección ciudadanía.((En Irán hay elecciones, pero es un comité el que tiene que aprobar primero quién postula.)) Nótese que en estas discusiones se pone poco énfasis en la fiscalización ciudadana alas opciones electorales ya electas.

En Alemania en cierto momento se puso un 5% mínimo para tener representación congresal, con el objeto de evitar la dispersión de opciones ya elegidas. La razón es que allí el nazismo pudo aprovecharse de los partidos pequeños para formar una mayoría que no tenía y luego eliminar la democracia en la que no creía.1 Había una razón histórica, un trauma, para establecer el límite. En el Perú no parece que “el problema de la calidad política” (menos el problema mayor de la defraudación del voto ciuddano) se explique por que “le dieron licencia a quien no debió tenerla”. Es un problema generalizado que ocurre en grupos políticos que cumplieron holgada y limpiamente con los requisitos electorales. El movimiento caudillista, personalista, electorero, clientelista, corrupto, etc. tiene tanto derecho a presentarse a las elecciones como cualquier gran partido caudillista, personalista, electorero, clientelista, corrupto, etc. Evitando la pequeña escala no sólo no lo eliminamos, sino que nos estaríamos quedando con la parte más grande del problema: faenones en vez de faenitas.

  1. Esta cota inferior ya era cuestionable, pues las opciones políticas tenían que dar un salto grande para lograr constituise. No podían construirse poco a poco, demostrando un buen trabajo congresal y desde allí ganar mayor apoyo ciudadano posteriormente.
  2. FUENTES. diarios Peruanos y Silvio Rendon

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